Entre dos aguas

« Las mujeres saharauis nos vemos abocadas durante años a la búsqueda conjunta de nuestro propio feminismo dentro del mundo ».

Basma Mulay
Cuando hablamos de feminismos saharauis hablamos de mujeres fuertemente condicionadas por las circunstancias sociopolíticas de haber sido divididas (geográficamente) no solo por la ocupación del régimen marroquí, sino también por la búsqueda de una educación en el exilio de campos de refugiadas y de la diáspora. Las mujeres saharauis nos vemos abocadas durante años a la búsqueda conjunta de nuestro propio feminismo dentro del mundo (en concreto dentro del mundo árabe-musulmán) y también nuestra propia perspectiva de género. De este modo, surgen tres grandes feminismos determinados por las situaciones geográfica, social y política que imponen las realidades de los campamentos de refugiadas en Tinduf, de la diáspora y de los Territorios Ocupados del Sáhara Occidental.
A pesar de tener el mismo objetivo, son muchas y muy diferentes las mujeres saharaui que luchamos contra el patriarcado y, entre ellas, las que residimos en la diáspora… de estas mujeres hablaré, aunque no en su nombre. Muchas chicas saharauis, como yo, nos vimos en la obligación de emigrar ya sea por motivos de salud o bien por motivos académicos, casi siempre bajo el techo de una familia española de acogida. Durante años nos hemos educado separadas de nuestras familias saharauis, absorbiendo de la cultura occidental, sin saber que en algún momento tendríamos que responder por esa vivencia. La privación de los primeros años del contacto directo con nuestra familia biológica ha marcado mucho nuestra pre-adolescencia, cuando ya tuvimos edad o papeles para poder viajar y convivir con nuestras familias vimos el desarraigo al que nos ha sometido la sociedad a la mayoría de nosotras. La falta de información sobre lo que está “bien” o “mal” a veces nos ha alejado más de nuestra cultura materna que acercarnos. En mi caso, me vi con 17 años, sin saber ponerme la melfa, sin saber a qué hombres podía dar la mano y en qué situaciones podía hablar con otros chicos de mi edad o cuándo era fdhaha. Mi carácter no impidió agachar la cabeza o no hablar de mis ideales con miembros de mi familia que son más conservadoras/es.
Pero una vez que vuelves a España, sufres lo que llamamos una crisis de identidad, te planteas que quizás no encajas dentro del feminismo(s) occidental(es), no sabes exactamente de cuál de los dos mundos eres, no sabes cuál te representa… Porque aunque haya muchos aspectos de mi cultura que no he vivido desde pequeña, no he olvidado ciertos valores que me han enseñado y de los que siento un orgullo especial y llevo como bandera. Pero también me he educado en la cultura occidental, me he puesto minifalda, he salido de fiesta, he tenido novio y he comido cerdo y, al mismo tiempo, también me he puesto mi melfa, he hablado con mis amigas de casarme por el rito saharaui, me he puesto mi hennay, he sido una más ahí y aquí. Y he ahí la cuestión: he llegado a un punto de mi madurez que he optado por ambas identidades, son ambas de los dos mundos, de los dos países y de los dos continentes. Es cierto que lidiar con las dos culturas es cada vez más complicado porque voy adquiriendo más edad y por tanto más responsabilidad, pero no pienso renunciar a ninguna.
Al final, una se plantea quién es y cuál es su identidad de un modo vertiginoso. Si te lo planteas, te mareas, pero si no lo haces, te lleva la marea… y una tampoco está dispuesta a ser arrastrada por los vientos, que en general, tienen nombres de hombre. No voy a elegir entre mi “yo saharaui” o mi “yo español” porque soy ambas cosas, soy de aquí y de ahí. Siempre estaré entre dos aguas, como la canción. O entre dos dunas. Pero siempre entre. Seguiré disfrutando de lo que me aporta lo bueno de ambas cosas. Porque si algo he aprendido es que el feminismo es la libertad(es) y, entre ellas la de elegir, y yo elijo ser ambas mujeres y, de hecho, elijo entre las mujeres que hay en mí, no entre las identidades… si es que las identidades existen.
La marea, 8 Marzo 2021
Tags : Sahara Occidental, Western Sahara, campamentos saharauis, refugiados saharauis,

La adquisición por el Polisario de drones de fabricación argelina suscita preocupación en Marruecos

Desde el 13 de noviembre, los tambores de guerra sonaron en el Sahara Occidental. Los combatientes saharauis fustigan diairiamente las posiciones marroquíes a lo largo del muro de arena cuya extensión alcanza los 2700 km. La presencia del muro que restringe la libertad de movimiento de las unidades saharauis y la ausencia de los medios de prensa internacionales favorecen las alegaciones marroquíes sobre une presunta « guerra imaginaria » según la terminología marroquí.

Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos podría aportar un cambio radical en el terreno de pugilato. Según fuentes fidedignas, Rabat recibió informaciones según las cuales el Frente Polisario recibió varios drones de fabricación argelina para poner fin al bloqueo mediático impuesto por la limitación de los combates al muro de defensa marroquí.
La idea de introducir drones en la guerra del Sahara Occidental estaría inspirada por los éxitos cosechados por las fuerzas houthies en Yemén en sus operaciones de bombardeo contra las infraestructuras petroleras saudíes.
Esta información explica la adquisición por Marruecos de misiles americanos Patriot que Arabia Saudi utiliza para derribar a los drones yemeníes.
Tags : Sahara Occidental, Marruecos, Frente Polisario, drones,

Germany Pays for Europe’s Hypocrisy Over Morocco

The EU’s most powerful member can’t signal virtue over the Western Sahara while doing business with Rabat.

Relations between Morocco and Germany, its seventh-largest trading partner, have turned acrimonious. The details of the latest diplomatic spat are murky, but so far it’s been reported that Morocco is either suspending ties with the German government or freezing out the German embassy.
Neither side has yet provided clarity on the contretemps.
Morocco was upset last year at being left out of Chancellor Angela Merkel’s guest list for an international conference on the Libyan civil war. Rabat was also outraged by a recent report on German state TV about alleged human rights abuses in Morocco. But the most likely cause for the latest snub is Germany’s stance on the status of the Western Sahara, a disputed region along the Atlantic coast southwest of Morocco.
The precipitating event was President Donald Trump’s decision late last year to recognize Morocco’s claim to the mineral-rich region. (It was a reward for Rabat’s diplomatic opening to Israel.) The European Union pushed back on this move, citing a longstanding United Nations consensus that the people of Western Sahara, known as Saharawis, have a right to self-determination. Germany took the lead for the Europeans and raised the matter with the UN Security Council, where it called on the U.S. to “act within the framework of international law.”
No major power has followed Trump in validating the Moroccan claim, but Rabat seems to have decided to single out Germany to display its dissatisfaction. In so doing, it has exposed Europe’s hypocrisy: Members of the EU invoke international law to signal virtue over self-determination for Western Sahara, even as they disregard their own laws to expand economic ties with Morocco.
Rich in phosphates, Western Sahara was a colony of Spain until 1975, when Madrid’s withdrawal was swiftly followed by a joint Moroccan-Mauritanian invasion. The UN has been trying to organize a referendum for the Saharawis, but it has been hampered by the conflict between Morocco and an independent movement led by a group known as the Polisario Front.
Keen to preserve its status as Morocco’s largest trading partner, the EU is happy to look the other way as European companies do business in the Western Sahara, especially in phosphates, fishing and more recently green energy. This, despite several decisions by the European Court of Justice that EU trade deals with Morocco did not apply to Western Sahara, since the consent of the Saharawis had not been obtained. As recently as 2018, the ECJ ruled that an EU-Morocco fishing agreement was only valid “in so far as it is not applicable to Western Sahara and to its adjacent waters.”
The EU response was to dispatch a European Parliament fact-finding mission to “consult” with some Saharawi groups approved by Morocco, and claim that their consent was sufficient to satisfy the standard set by the court. This sleight of hand let the EU claim that the agreements with Morocco allow it to exploit Western Sahara’s resources without implying “any form of recognition of Morocco’s sovereignty over Western Sahara.”
This may explain why Germany thought it could get away with some cheap virtue-signaling in response to the Trump decision, while a unit of Siemens AG could celebrate a large order of wind turbines “in the South of Morocco” — a euphemism for Western Sahara.
But Rabat is no longer satisfied with such tawdry displays of diplomatic legerdemain. Morocco is taking its Trump card of American endorsement and calling Germany’s bluff. The stakes have changed for the EU as a whole.
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Source : Bloomberg, March 2, 2021